Testament: Un legado comprimido en vinilo.
Esta reseña pretendía ser extensa y minuciosa, pero el nuevo disco de Testament se resume en pocas palabras: contundente, diverso y profundamente representativo. La banda ha echado mano de todos sus recursos estilísticos para construir un álbum que funciona como una síntesis de su evolución, desde los días más crudos del Legacy hasta los matices más extremos de su era moderna.
Para quienes piensan que es la primera vez que Testament coquetea con voces guturales al estilo Deicide, conviene revisar Low (1994), un disco que marcó una transición hacia terrenos más agresivos. Allí, el guitarrista James Murphy aportó una dimensión técnica y oscura, especialmente en el tema “Dog Faced Gods”, donde Chuck Billy explora registros vocales que rozan el death metal sin perder su identidad.
Y si crees que el blastbeat es una novedad en su arsenal, basta con volver a Dark Roots of Earth (2012), donde Gene Hoglan —maestro del doble bombo— introduce un blastbeat demoledor en “Native Blood”, demostrando que Testament sabe cuándo y cómo intensificar su ataque rítmico sin caer en clichés.
La balada del nuevo disco tampoco es una sorpresa. A lo largo de su carrera, Testament ha sabido incluir momentos de sensibilidad sin perder fuerza. Desde “The Ballad”, “The Legacy” hasta “Return to Serenity”, las baladas han sido espacios de introspección que contrastan con su furia habitual. En este nuevo trabajo, la balada no solo cumple con esa tradición, sino que se siente especialmente emotiva, como si condensara el peso de los años y la madurez adquirida.
Lo más interesante es cómo el disco parece estar diseñado pensando en el formato vinilo: cada lado ofrece una atmósfera distinta, casi como si fueran capítulos de una misma historia. Esta estructura refuerza la idea de que Testament no solo mira hacia adelante, sino que honra su pasado con inteligencia y respeto.
En definitiva, este álbum no es solo una colección de canciones: es una declaración de legado. Testament ha logrado encapsular todas sus etapas en un solo trabajo, demostrando que su vigencia no depende de modas, sino de convicción. Es un disco que hay que tener, especialmente si se aprecia la evolución del thrash con identidad propia.
























