The Ever-Crushing Weight of Stagnance, lo nuevo de Misanthropy
Por Simón Carrillo
The Ever-Crushing Weight of Stagnance, lo nuevo de Misanthropy, es una experiencia despiadada que exige toda la atención del oyente.
Cuando llega diciembre y la temporada de hacer listas está sobre nosotros, los lanzamientos de álbumes inevitablemente se reducen a un goteo. Pero, en la escasez de lanzamientos de fin de año, Misanthropy está listo para lanzar su tercer álbum de larga duración, The Ever-Crushing Weight of Stagnance, bajo el sello Transcending Obscurity Records. Este álbum es un suculento maná del cielo en este momento terrible para un fanático de la música. Escuchar este álbum en diciembre abruma los sentidos como una lluvia en el Sahara. Es mi deber advertir a todos los fanáticos de la música que no finalicen su lista de fin de año todavía: Misanthropy será el mejor regalo bajo el árbol.
Como no tenía experiencia previa con el catálogo anterior de Misanthropy, me adentré en su tercer disco con la mente abierta, dispuesto a explorar lo salvaje y lo loco. A veces, los cambios inesperados generan placeres inesperados. En los paisajes sonoros laberínticos y, a veces, repetitivos del death metal técnico, Misanthropy sin duda apunta a algo diferente. Con una brutalidad implacable y una musicalidad intrincada, su fuerza monolítica y contundente logra un delicado equilibrio entre el puro asalto auditivo y la competencia técnica. Como tal, The Ever-Crushing Weight of Stagnance ofrece una experiencia que es tan intelectualmente estimulante como visceralmente castigadora.
En el tema de apertura, Of Sulking and the Wrathful, nos sumergimos inmediatamente en un abismo sonoro aparentemente interminable. Las voces, que exudan una profundidad abismal que raya en lo demoníaco, son una característica definitoria y un comienzo feroz para el álbum. The All-Devouring mejora los aspectos técnicos de la interpretación de la banda, a medida que los riffs giran y se enredan con una destreza serpenteante. Los cambios en los compases y el brillante trabajo de trastes, junto con solos que trascienden las meras exhibiciones de velocidad, destacan en Condemned to a Nameless Tomb. Esta canción, de percusión descomunal, no admite mucho respiro con sus blast beats, ejecutados con precisión autómata. En cuanto a la letra, la canción pinta un retrato sombrío y desgarrador de los horrores de la guerra, en particular las experiencias deshumanizadas de los soldados en las trincheras.
El penúltimo tema, Sepulcher, es cruel y despiadado en todo momento, y la música nunca sucumbe a la estasis. Hay una sensación de evolución perpetua que garantiza que el oyente no pueda escapar. Kevin Kowalsky es un gran vocalista, con guturales y gruñidos, y una colección adecuada de técnicas vocales. La producción permite que se escuche cada instrumento, ya sea que Misanthropy esté diezmando o marcando ritmos tenebrosos. El álbum termina con Consumed by the Abyss, que toma la forma de una odisea de death metal similar al lodo del Hades.
Misanthropy ha canalizado su odio por la humanidad en una bestia ondulante, llena de músculos y energía. The Ever-Crushing Weight of Stagnance no es un álbum para los débiles de corazón. Es una experiencia despiadada y contundente que exige toda la atención del oyente, desafiando con su complejidad técnica. Sin embargo, para aquellos dispuestos a sumergirse en sus profundidades, ofrece una experiencia gratificante que combina velocidad y brutalidad con sentido artístico.